En los 4 años que llevamos con vida hemos comprobado que el corazón no olvida, las historias más significativas han sido con adultos mayores y personas en hospitales. Ha sido un regalo donde hijos, nietos o amigos envían un juguete nuevo a los 80 años que se vuelve el mejor recuerdo y una manera de estar cerca, estando lejos.
Un día, uno de nuestros compradores nos escribió contándonos que su abuela nombró a su Abrazador Rosita. Dormía con ella su siesta, la preguntaba después que se bañaba y la pedía con los ojos cuando perdió el habla. Rosita la acompañó en sus últimos días como una amiga nueva, un personaje que representaba a su nieto favorito cuando él no estaba, la acompañó abrazándola fuerte cuando volvió a ser raíz y tierra.
Tenemos otras historias donde, aún con alzheimer, los abuelos reconocían el Abrazador con su nombre y apretaban fuerte su manito. Sin hablar comprobamos que el corazón no olvida el poder de un abrazo. No ha sido un solo caso, entre los más de 18.000 personas que ahora tienen un Abrazador han sido más de 50 casos significativos donde el Abrazador es un regalo que ayuda a conectar corazones viejos y sabios, que representan la ternura infinita de un amor que nunca se deja de querer y entre más pasa el tiempo, más fuerte se vuelve.
Y en pandemia.
Entre marzo y abril del 2020, los meses de aislamiento más fuerte en Colombia, incrementamos un 400% ventas e historias de amigos nuevos para abuelitos quienes no podían ser abrazados. Cartas hermosas donde el Abrazador se convertía en un pedacito de todo el amor con el que lo enviaban. A veces y sin querer queriendo, nos contaron que fue su último amigo agradeciéndoles la manera en la que pudieron estar cerca de ellos sin poder estar cerca.
De lo que nos pasa con los abuelos quisimos escribir algo porque amamos ser una herramienta para fortalecer el vínculo, mejorar la salud mental de quienes viven del amor que generaron y la soledad en la mirada a veces es más fuerte. Amamos ser un regalo que simboliza uno de los amores más grandes que es el que se siente por los abuelos. Ese que se agradece cada día y no se olvida.